EL
MUNDO DE SOFIA
El
jardín del Edén
Sofía nos dice que su amiga
Jorunn opinaba que el cerebro humano era como un sofisticado ordenador, pero
que ella no estaba de acuerdo. Porque un ser humano tenía que ser algo más que
una máquina.
Cuando ella llegaba del
colegio siempre solo recoger el correo aquel día, lo único que recogió fue una
carta y vaya grata sorpresa la carta era para ella, pero no tenía sello mucho menos
remitente, cuando fue a abrir el sobre no encontró sino una pequeña notita.
Esta decía ¿Quién eres? Y no decía nada más.
Luego de un rato se puso a
pensar que si se llamara de otra forma Anne Knutsen, por ejemplo ¿En qué caso,
habría sido otra? Luego de esto se acordó que su padre quería que se llamara
Synnove Admunsen, pero no servía de nada. Todo el tiempo era otra chica la que
se presentaba.
Para responder a su inquietud,
se paró frente al espejo no le respondió y pues como todos sabemos el espejo es
un reflejo de nosotros mismos o sea que lo que Sofía hacía, la otra exactamente
lo mismo.
Sofía nunca había estado muy
contenta con su aspecto. A veces pensaba que le había tocado un aspecto tan
extraño que se preguntaba si no estaría mal hecha. Ella había oído hablar a su
madre de un parto difícil, por eso ella pensaba que su aspecto tenía que ser
así.
Se preguntaba el ¿Por qué?
ahora existía, pero también la llevo a pensar un día se iría de este mundo y
desaparecería totalmente. Comparaba la vida y la muerte, con las dos caras de
la moneda, que Para el caso era la misma cosa.
No podemos tener la sensación
de vivir sin tener la sensación de morir, por eso de igual manera resulta
completamente imposible pensar lo hermosa que es la vida.
Sofía se acordó que su abuela
había dicho algo parecido, el día que el doctor le había dicho que estaba enferma
“Hasta ahora he entendido la valiosa que es la vida”. No les parece a ustedes
triste tener que pensar que nos debe pasar algo para encontrarle, el valor a la vida es algo de para pensarlo…
Sofía pensó que para resolver
el enigma de pronto tenía que ir al buzón a mirar si e pronto habría otro
sobre, pero cuando llego al buzón, encontró otro sobre parecido al primero,
pero no entendía porque si la primera vez se había asegurado de que el buzón
quedara completamente vacío. También ponía su nombre, abrió el sobre y saco la
nota igual que la primera ¿de dónde viene el mundo? Ponía. Ella pensó que por
primera vez en su vida pensó que casi no tenía justificación en un mundo sin
preguntarnos de donde viene o cómo surgió. Las cartas misteriosas la habían
dejado confundida.
Después de un tiempo volvió a
preguntarse ¿de dónde viene el mudo? Pues no lo sabía Sofía, sabía que la
tierra no era sino un pequeño planeta en el inmenso universo. ¿Pero de donde
venía el universo? A estas
interrogantes, pudo llegar a la conclusión que de pronto el universo hubiera
existido desde siempre, pero de esto surgió otro interrogante ¿pero podía
existir algo desde siempre? Aunque ella seguía teniendo dudas contra eso.
Porque todo lo que es, tuvo que haber tenido un principio. De modo que el
universo debió haber nacido en algún momento distinto.
Esto la llevo a pensar que si
el universo hubiera nacido de repente de otra cosa, y si esa otra cosa había
nacido de otra cosa y como no obtuvo respuesta pues no le quedó otra opción que
aplazar el problema. Al fin y al cabo todo surgió de donde no había nada de
nada.
Aunque en el colegio le habían
enseñado que Dios había creado el mundo y Sofía intento aceptar esta solución
frente al problema. ¿Pero y el propio Dios que? ¿Se creó el a si mismo
partiendo de la nada? Aunque Dios seguramente pudo haberlo creado, aunque si ni
nos ponemos a pensar no habría sabido crearse así mismo sin tener antes un “si
mismo” con lo que crear. No quedaba otra opción sino que Dios hubiera existido
siempre, pero si ya había rechazado esa posibilidad. Todo lo que existe tiene
que haber tenido un principio.
Por tercera vez Sofía fue al
buzón el cartero había acabado de dejar el correo del día. Entre una playa del
sur. Dio la vuelta a la postal. Tenía sellos noruegos y un sello en el ponían”
Batallón de las Naciones Unidas”. ¿Sería de su padre? ¿Pero no estaba en otro
sitio?, no era su letra, pensó.
Sofía noto que se le aceleraba
el pulso al leer el nombre del destinatario “Hilde Knag c/o Sofía Admunsen
Camino al trébol 3…” La postal decía:
Querida Hilde te felicito de
todo corazón en tu decimoquinto
cumpleaños. Como puede ver quiero hacerte un regalo con el que te podrás
crecer. Perdóname por enviar la postal Sofía resulta más fácil así.
Con cariño, papa
Se preguntó asustada ¿Quién
era esa “Hilde” que cumplía quince años poco más de un mes del día en que
también ella cumplía quince años?
Entonces Sofía cogió la guía
telefónica. Había mucho Moller y muchos Knag. Pero en esta gran guía telefónica
no había nadie que se llamara Moller Knag.
Porque un padre iba a enviar
una felicitación a la dirección de Sofía cuando clarísimo que iba destinada a
otra persona ¿Qué padre privaría a su hija de la ilusión de recibir una tarjeta
de cumpleaños enviándola a otras señas? ¿Por qué resultaba “más fácil así”? y ante todo: Como encontraría
a Hilde.
Estaba segura de que los tres
enigmas estaban de alguna manera relacionados entre sí, porque todo justo hasta ese día había tenido
una vida completamente normal.
EL
SOMBRERO DE COPA
…
lo único que necesitamos para convertirnos en buenos filosóficos es la
capacidad de asombro…
Sofía llego a pesar de que la
persona la cual había escrito las cartas anónimas volvería a ponerse en contacto con ella.
Mientras tanto decidió no contarle a nadie.
En el instituto no se podía
concentrar ya que le parecía que lo que le decía el maestro era algo sin
importancia porque no hablaba de lo que era el ser humano, o de lo que es el
mundo y de cuál es su origen recuerdan estos interrogantes, ella quería que su
profesor les hablara de esto para resolver las inquietudes de los sobres.
Al abrir el buzón noto que el
corazón le latía más deprisa. Al principio, solo encontró una carta del
remitente desconocido. Al cerrar la puerta de la verja, descubría su nombre en
uno de los grandes sobres. Al dorso, por donde se abría, ponía: Curso de
filosofía. Trátese con mucho cuidado. El sobre decía:
¿Qué
es filosofía?
La filosofía es dejar que
opinen es decir en mi caso me gusta la televisión, pero a otros no, pueden
decir que es algo escandaloso. Tampoco podemos hacer que a todos les guste lo
mismo que a mí, eso es ilógico.
Esto depende según lo que
preguntemos por ejemplo a alguien que tiene hambre seguramente le va a
responder que comida y así será con todo en este mundo.
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